Por Alejandro Rodríguez y Paco Franchy
La disminución del uso de efectivo en los últimos tiempos y las propuestas para erradicar el dinero físico han ganado adeptos y se han reforzado políticas en este sentido con la irrupción de la pandemia de la COVID-19.
La apuesta de Suecia por suprimir el dinero en circulación ha sido clara desde hace años, reflejada no solo en los bancos, sino también en los comercios.
Este escenario actual aviva el debate latente sobre una apuesta definitiva por la emisión de moneda digital de banco central (central bank digital currency -CBDC-) y, con ello, motiva la comparativa con las stablecoins, la segunda generación de criptoactivos.
De momento no es más que un planteamiento de posiciones entre una probabilidad en un entorno centralizado, de un lado, y una realidad en un ecosistema descentralizado, de otro.
Al margen del curso que marquen los acontecimientos futuros y los desarrollos tecnológicos necesarios, en las próximas líneas realizamos una aproximación a CBDC y stablecoins, a sus implicaciones.
CBDC es un activo digital similar al efectivo y una forma más de dinero de banco central, junto con el efectivo físico y las reservas, aunque es un pasivo de banco central más accesible que estas últimas.
A su naturaleza como activo financiero habría que añadir su capacidad como medio y sistema de pago.
Varias características perfilan la identidad de las CBDC:
- un elevado grado de privacidad
- valor estable
- uso universal
- intercambiable por otros pasivos del banco central o por depósitos de bancos comerciales
- con posibilidad de devengar un interés fijo o variable.
Modelos para las CBDC
En relación con estas características, cabe plantear tres modelos:
- CBDC cash-like: la iniciativa con más visos de materializarse y el modelo más próximo al efectivo que conocemos. Es accesible para cualquier persona con una elevada garantía de privacidad y podría representar un complemento al efectivo y una alternativa a los circuitos de pago privados.
- CBDC x-border: emitida tanto por bancos centrales como por organismos internacionales y distribuida por las entidades financieras con el fin de facilitar las transferencias internacionales.
- CBDC wholesale: un activo similar a las reservas y dinero de banco central tokenizado. Podría utilizarse como medio de pago en smart contracts.
Una alternativa descentralizada
La elevada volatilidad del precio de los criptoactivos y la necesidad de mitigar esta dinámica empujó la llegada de una segunda hornada de divisas digitales: stablecoins o criptoactivos de segunda generación.
Basan su mecanismo para mantener estable su valor en referenciarlo a otro que es una divisa (euro o dólar), normalmente.
Según este funcionamiento, pueden diferenciarse dos categorías stablecoins:
Stablecoins colateralizadas: es el mecanismo más común, el que aglutina a la gran mayoría de monedas, y el que mantiene una reserva de fondos o de activos que ampare las stablecoins en circulación.
Están respaldadas de tres maneras.
En primer lugar, aquellas que son gestionadas por empresas que asumen un rol de entidad principal en moneda fiat, como Tether, USD Coin.
En segundo, otras que en criptoactivos emplean divisas digitales para mantener su valor lo más próximo posible (anclado) al dinero fiduciario, el caso de DAI con el dólar estadounidense y que consigue mediante smart contracts.
Por último, otras están respaldadas con otros bienes, de tal manera que el valor de la criptomoneda se mantiene estable al anclarlo al precio de un bien como el oro.
Utilizan la blockchain para asegurar la trazabilidad desde el origen, como el caso de G-Coin respecto al oro para certificar que este material tan preciado no procede de zonas de conflicto.
Stablecoins no colateralizadas: la blockchain regula mediante algoritmos y smart contracts la oferta y la demanda de la stablecoin.
Repercusiones
Una apuesta relevante por resolver las debilidades de la primera generación de criptoactivos fue Libra, promovida por Facebook, aunque tan notoria fue la iniciativa a mediados de 2019 como el fracaso de esta por la presión social fruto del temor y la desconfianza.
Libra fue concebida como una Global stablecoin, aquella que puede aprovechar las grandes bases de clientes de ámbito mundial para escalar rápidamente y lograr un volumen global sustancial.
De ahí que tengan potencial para reforzar la apuesta por nuevos acuerdos de pago, aunque, como sucedió con Libra (ahora rebautizada como Diem), presenten un desafío a las autoridades reguladoras desde el punto de vista de la supervisión y la vigilancia.
Algunos riesgos se amplifican y otros se revelan cuando las stablecoins adquieren una naturaleza global, es decir, se convierten en Global stablecoins.
Estas podrían tener efectos adversos en la estabilidad financiera y en la transmisión de la política monetaria, junto con los esfuerzos jurisdiccionales de ámbito internacional para combatir el lavad de dinero y la financiación del terrorismo.
Además, podrían tener implicaciones para el sistema monetario internacional, de tal manera que representarían un desafío a la soberanía monetaria.
Los CBDC son una iniciativa centralizada, por cuanto gozan del respaldo de un banco central, y sin amenaza de fluctuación de su valor.
La razón de una posible existencia guarda relación con varios aspectos.
En primer lugar, se enfocan como una solución para paliar los problemas vinculados a la circulación de efectivo.
La economía de Suecia es un fiel reflejo de esta tendencia o vocación, tal y como se enunciaba al inicio de estas líneas, hacia suprimir el dinero físico; hasta el punto de que una gran cantidad de comercios ha dejado de aceptarlo como medio de pago.
De esto se deriva un escenario en el que un sector de la población podría quedar aislado: sin acceso al dinero físico y con la traba que pueden presentar las tarjetas por su carácter privado.
Los CBDC arrojarían luz por la universalidad del acceso, como el efectivo, y de provisión pública.
En segundo, favorecen la inclusión financiera en países con carencias en el acceso a los servicios bancarios, con dependencia del efectivo y problemas de seguridad y costes en la producción y circulación. Bahamas es el ejemplo después de emitir el año pasado su primera moneda digital: ‘Sand Dollar’.
Por su parte, las stablecoins son una opción en operaciones de trading de criptoactivos porque ofrece a los inversores protección ante la elevada volatilidad de las inversiones sin tener que convertir sus posiciones a dinero fiduciario.
Siendo una propuesta con mucho potencial, estamos a la espera de ver los siguientes desarrollos y como aumenta su penetración en el mercado.